Por favor para más información visita la página web de la fundación kovacs. A continuación tomo algunos temas que me parecen interesantes para tratar y prevenir el dolor de la espalda según la web de la espalda.
Cómo es y como funciona la espalda
|
Básicamente, la espalda sirve para:
- Sostener el cuerpo y permitir su movimiento.
- Contribuir a mantener estable el centro de gravedad, tanto en reposo como, sobre todo, en movimiento.
- Proteger la médula espinal en una envuelta de hueso.
Para poder sostener el peso del cuerpo, la espalda tiene que ser sólida. Está compuesta por huesos muy resistentes y músculos potentes.
Para permitir el movimiento, la columna vertebral tiene que ser flexible. Por eso no está compuesta por un gran hueso sino por 33 vértebras separadas, dispuestas una encima de otra y sostenidas por un sistema de músculos y ligamentos.
Para contribuir a mantener estable el centro de gravedad, la contracción de musculatura de la espalda actúa como un contrapeso que compensa los movimientos del resto el cuerpo. Para actuar así, la musculatura tiene que ser potente.
Para proteger la médula espinal, las vértebras tienen una forma especial; un agujero en su centro por el que discurre la médula.
El dolor de Espalda
|
El dolor de espalda aparece por un mecanismo neurológico -normalmente de origen desconocido- que causa dolor, inflamación y contractura muscular. Los principales métodos de diagnóstico son la historia clínica y la exploración física, y sólo en contadas ocasiones son útiles pruebas como la radiografía o el análisis de sangre, la resonancia magnética y pruebas neurofisiológicas.
Existen unas escalas evaluadas científicamente para valorar de forma objetiva la intensidad del dolor y el grado de incapacidad que ocasiona el dolor de espalda.
Para evitar y tratar el dolor de espalda se debe mantener el mayor grado de actividad posible y evitar el reposo en cama. La mayoría de los casos se trata satisfactoriamente con medicamentos, intervención neurorreflejoterápica u otros tratamientos no quirúrgicos. La cirugía está indicada en un reducidísimo número de casos y sólo cuando hay signos claros que garantizan su éxito.
Enlace de prueba a un término del glosario, espalda desviada.
Prevención
|
Para evitar el dolor de espalda es recomendable hacer ejercicio o, en todo caso, mantenerse físicamente activo, evitar el sedentarismo, adoptar una actitud mental valiente ante el dolor y cumplir las normas de higiene postural destinadas a realizar las actividades cotidianas de forma que la espalda soporte la menor carga posible.
En este apartado se ofrecen consejos acerca de cómo llevar a cabo las actividades diarias (dormir, inclinarse, cargar pesos, levantarse, estar de pie, sentarse, etc.) del modo menos perjudicial para la espalda, con una clasificación por grupos de población (mayores, trabajadores, niños, población general). También se describe cuáles son los principales riesgos para la espalda de cada deporte. En general pueden incrementar algo el riesgo de padecer dolores de espalda aquellos que someten al cuerpo a vibraciones, los que requieren movimientos de flexoextensión o torsión, y los que obligan a mantener posturas de flexión o hiperextensión. Sin embargo, la realización de ejercicios físicos que desarrollen una musculatura compensada puede paliar los efectos adversos.
Cómo se puede diagnosticar la causa del dolor de espalda
|
Resumen
Las primeras y más importantes fuentes de información para conocer las causas del dolor de espalda son la historia clínica y la exploración física. Las otras pruebas -radiológicas, analíticas o funcionales- sólo tienen valor si sus resultados se corresponden con los de la exploración física. Y dado que algunas son dolorosas y otras entrañan ciertos riesgos, sólo se debe recurrrir a ellas cuando los resultados del interrogatorio o la exploración física determinan su conveniencia.
Cuando duele la espalda, lo más importante es:
- Determinar si se trata de un dolor debido a un problema de la propia espalda (es decir una «patología mecánica del raquis«) o a una enfermedad general que se está manifestando en la espalda (por ejemplo, una infección, un tumor o una afección metabólica -como la osteoporosis-). En más del 95% de los casos el dolor se debe a una patología mecánica del raquis.
- Determinar si hay signos de que algún nervio esté siendo comprimido y cuál es la causa concreta del dolor, con el fin de aplicar el tratamiento más adecuado, con la urgencia que requiera.
Con ese fin, es indispensable realizar una detallada historia clínica y una meticulosa exploración física. Sólo si sus resultados lo indican, puede pedirse alguna prueba diagnóstica más. Ésta puede ser: radiológica -por ejemplo, la radiografía o la resonancia magnética-, analítica -como un análisis de sangre- o funcional -como un electromiograma-. Seguidamente se describen estas pruebas, pero antes hay que insistir en que las fuentes más importantes de información son:
- La historia clínica del paciente, que indaga sobre sus antecedentes, cómo apareció el dolor, su localización y características, los factores que lo desencadenan o agravan, etc
- Una meticulosa exploración física, que estudia las posturas y movimientos que desencadenan el dolor; la sensibilidad, reflejos y fuerza, la existencia de signos de compresión de raíces nerviosas, etc.
Sólo tiene sentido pedir pruebas diagnósticas cuando la información recogida en la historia clínica y la exploración física sugieren su conveniencia. De hecho, el resultado de las pruebas diagnósticas, incluyendo las más sofisticadas, sólo es valorable cuando se corresponde con la información obtenida en el interrogatorio clínico y la exploración física. Por ejemplo, dos pacientes con una imagen de hernia discal muy similar en su resonancia magnética, deben ser tratados de manera completamente distinta si los resultados de la exploración física son normales en uno de ellos, mientras que muestran signos de compresión del nervio en el otro. Es un grave error tratar imágenes en vez de pacientes.
Algunas pruebas diagnósticas son dolorosas, otras tienen riesgos y todas tienen un coste considerable para el paciente, ya sea en dinero, incomodidad o pérdida de tiempo. Por eso sólo hay que pedirlas cuando el tratamiento va a modificarse en función de su resultado o cuando es necesario para ajustar el pronóstico. En caso contrario, es inútil y puede ser contraproducente: algunas anomalías de la columna vertebral son frecuentes entre la población sana. Ver estas anomalías en un paciente cuyo dolor se debe a otras causas, puede inducir al médico a proponer tratamientos innecesarios. Por ejemplo, aproximadamente el 30% de la población sana tiene hernias discales que no dan ningún problema pero que se pueden ver en un TAC o resonancia magnética. Si en el caso de un paciente con dolor de espalda debido a una contractura muscular de dos o tres semanas de evolución, se pide una resonancia y se ve una de esas hernias discales irrelevantes, el médico puede pensar equivocadamente que esa es la causa del dolor y llevar a cabo una operación quirúrgica innecesaria y contraproducente.
Tanto la AHCPR como el RCGP y el CSAG coinciden en que a un enfermo que lleva menos de 4 semanas con dolor sólo hay que hacerle un interrogatorio clínico y una exploración física. Únicamente si sus resultados sugieren que es necesario, tiene sentido pedir pruebas diagnósticas -como rayos X, resonancia magnética, análisis de sangre, etc. En caso contrario, los resultados no van a cambiar el tratamiento del paciente, por lo que sería inútil realizarlas.
Además de la historia clínica y la exploración física, las pruebas diagnósticas más empleadas para determinar la causa del dolor de espalda son:
- Las pruebas radiológicas, como la radiografía o la resonancia magnética
- Las pruebas neurofisiológicas, como el electromiograma o los potenciales evocados
- Los análisis de sangre
- Otras pruebas diagnósticas usadas con menos frecuencia y que, aunque pueden tener utilidad en pacientes concretos, habitualmente sólo se usan de forma experimental.
Tratamientos para el dolor de espalda: Base, indicaciones y riesgos
|
Para tratar el dolor de espalda se han propuesto muchos tratamientos. La mayoría nunca se ha evaluado científicamente, y pocos de los que lo han sido han demostrado ser verdaderamente eficaces. La mayoría se usan simplemente porque se han usado siempre, sin que existan datos científicos que demuestren su valía.
Algunos tratamientos están encaminados a tratar los episodios dolorosos y otros a disminuir el riesgo de padecerlos o acelerar la recuperación de la movilidad.
Los tratamientos recomendados en esta Web se basan en las Guías de práctica clínica basadas en la evidencia científica actualmente disponibles.
EjerciciosEn esta área del Web de la espalda se explican ejercicios útiles para desarrollar la potencia, resistencia o elasticidad de los músculos que participan en el sostén y funcionamiento normal de la espalda, permitiendo mantener posturas y moverse. Esos ejercicios han sido diseñados específicamente para esa musculatura y, por tanto, permiten ejercitarla de la forma más eficiente en términos de tiempo y esfuerzo. Como contrapartida, no van a tener beneficios sobre la musculatura ajena a su espalda ni van a mejorar su capacidad cardiopulmonar. Estos ejercicios son complementarios de otros que se puedan realizar con esos fines. Para definir qué ejercicios son convenientes para un paciente concreto es necesario realizar una detallada exploración física y valorar su historia clínica y antecedentes médicos. Por tanto, sólo un médico está capacitado para definir el programa de ejercicios que debe hacer un paciente concreto. Si usted padece de problemas de espalda, debe comentar con su médico o cirujano los ejercicios que aquí se explican. Consulte siempre a su médico o cirujano antes de comenzar cualquier tipo de medicación o tratamiento. Sólo él sabe que lo que es mejor para usted y podrá definir la combinación de ejercicios más adecuada y segura para usted. |